Mi interés por la historia y por la literatura tuvo un despertar temprano. De la mano de libros de hermosas encuadernaciones, me adentré en relatos de admirables hechos protagonizados por valerosas gentes que nos precedieron. Me familiaricé con los ideales que les inspiraron y dieron sentido a sus vidas; con las sociedades que fueron tejiendo y dotando de usos, costumbres y de tradiciones; con los Estados que supieron fundar, provistos de originales y complejas estructuras capaces de optimizar la gobernanza de los pueblos y naciones...Y al hilo de ello y de circunstancias que fue atravesando mi propio vivir, fui teniendo encuentros con el ser humano, y adquiriendo conciencia y experiencia de la misteriosa relación que le une con el gran enigma de la libertad, con el don gracioso de la fe y con la asombrosa fuerza del amor. Y así, poco a poco, todo ello fue adquiriendo forma, relieve y profundidad crecientes a medida que avanzaban, unos y otros, a lo largo del proceso intencional de mejora personal al que llamamos educación. En resumen: la persona, sus anhelos, sus necesidades, la búsqueda de la verdad que conduce a la libertad y a la excelencia, a la plenitud que provoca el advenimiento de la felicidad, han venido siendo objeto de mi cavilar, y espero que, aún por un tiempo, continúen siéndolo